Elaborado por: Franciso Mendoza Abogado – GPA
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En estos últimos días hemos visto un singular comportamiento del precio del barril de petróleo bajo el índice WTI1. Un fuerte descenso, llegando a niveles negativos, seguido de una leve recuperación por sobre los USD 15 por barril de petróleo crudo.
Varias explicaciones hemos podido recibir de diversas fuentes alrededor del mercado internacional, entre ellas, el descenso en la demanda, la sobre oferta de los productores, la falta de capacidad de almacenamiento y el vencimiento de contratos futuros.
Por principio, tratar de predecir el precio del barril de petróleo crudo a corto, mediano o largo plazo siempre será un desafío y mucho más si tomamos en cuenta las posibles consecuencias que la pandemia del COVID-19 está generando actualmente en la sociedad, así como aquellas que puedan producirse en las semanas y meses próximos.
En este contexto, el sector petrolero está y estará atravesando un período de reingeniería de sus planes, proyectos y objetivos, tanto a corto, mediano y sobre todo a largo plazo. Seguramente aquellas compañías con una estructura fuerte podrán soportar los siguientes meses de mejor manera. De igual modo, el Estado ecuatoriano deberá trazarse nuevas metas de producción y de inversión, éstas últimas, de fuentes públicas o privadas.
En cuanto a la producción estatal y privada, ambas dependerán de los precios internacionales y los costos de producción para encontrar el equilibrio financiero que les permita mantener y/u optimizar el manejo de sus campos de una manera eficiente y rentable.
En relación con la inversión, hoy por hoy podría recurrirse al sector privado para que sea este el catalizador del sector petrolero y aporte recursos económicos frescos que permitan dinamizar la economía, ya sea para mantener y/o incrementar la producción nacional. Ajustes contractuales pueden apoyar a este objetivo. Y así, el Estado podría destinar más recursos a la reactivación de otros sectores que necesitan más de su intervención.
Los modelos contractuales son variados y todos tienen sus puntos fuertes y débiles, frente al panorama actual y a fin de evitar más contingentes al Estado es necesario reflexionar sobre el mejor camino que puedan optar las autoridades respecto al modo de gestión de los recursos hidrocarburíferos. El sector petrolero requiere de fuertes inversiones para mantener e incrementar la producción, sin dejar de lado la importancia de incentivar la fase de exploración de nuevas áreas, lo cual, permite incorporar reservas y prolongar el aprovechamiento sustentable de este recurso. El petróleo sigue y seguirá siendo una de las principales fuentes de financiamiento de Estado.
También se debe considerar que un modelo contractual atractivo para los inversionistas privados serios, se convierte en un dinamizador de la economía local, pues estos traen recursos económicos que son inyectados directamente a los proveedores nacionales y de la región amazónica, generando fuentes directas e indirectas de empleo en cantidades importantes.
En definitiva, los desafíos para el Estado y el sector privado son importantes, esperemos que se logre consensuar un camino hacia la estabilización del sector petrolero, se ejecuten nuevos planes que permitan incrementar la cartera de proyectos disponibles, así como se incentive al sector privado a través de reglas que dinamicen y diversifiquen las oportunidades de inversión.